jueves, 12 de noviembre de 2015

Coach, aprendimos a sentir, de Paula Varga


"Esa noche mi cuerpo parecía distinto, estaba reaccionando de la manera que hacía en ciertas ocasiones debido a algún sueño subido de tono, pero esta vez yo, estaba despierto, intenté lo que varias veces había probado  sin tener ningún éxito y esta vez tampoco fue diferente. Era una frustración no poder ser capaz de controlar mi propio placer, las veces que lo disfrutaba era algo espontáneo, en la noche, cuando mi consciencia dormía. Una vez más me dormí entre el llanto".

Coach. aprendimos a sentir
Paula Varga


Sinopsis

Leo sufre un accidente cuando era un niño que lo deja parapléjico. Descubre que en el agua se siente completo, donde puede moverse sin necesidad de su silla de ruedas y con mucho esfuerzo consigue meterse en el equipo de natación paralímpica, siendo unos de los mejores deportistas del panorama español. 
Su vida es tranquila hasta que Eva irrumpe en ella, volviéndolo todo patas arriba, derribando sus barreras no tanto las físicas, las cuales ya las tiene superadas, como las emocionales. 

Vive esta historia de amor diferente, donde te sorprenderá lo que una mujer enamorada puede hacer por el hombre de su vida.

Autora

Nacida en Aguilar de Campoo (Palencia), Paula Varga se siente atraída por la literatura desde muy pequeñita, siendo su madre la que más le animaba a escribir.  Con el descubrimiento de las redes sociales, pronto se verá inmersa en críticas muy positivas sobre algunos pequeños fragmentos y relatos cortos que sube a internet y gracias a ello «me lancé a por mi primera novela, y aquí estoy, en un mundo desconocido para mí intentado hacerme aunque sea un huequito en vuestros corazones».
Entres sus obras destacan varios relatos cortos: 
Tú tan de Twitter y yo tan de Facebook. —Finalista en el concurso de la revista Entropía.

El día puede mejorar. —Presentado también al concurso de la revista Entropía.
Las 17 almas. —Un relato realizado con mucho cariño a personas muy importantes en mi vida.
El destino tenía un plan. —Vicente y Laura, vaya par.
De Madrid al cielo. —Sorprendente el giro que da al final.
Más de 50 ¿y qué? —Relato dedicado al amor en la madurez.

También ha colaborado en:
En la memoria.—Junto a Alex García.
Sola. —Junto a Gloria Aliaga, Alex García y Carmen Marco.

Su primera novela, El fin justifica los medios, es autopublicada en amazon y tras ella llega la editada por Alfil, Coach, aprendimos a sentir. 

Reseña

En esta primera oportunidad que he tenido para leer algo de esta autora, me he encontrado con la sorpresa de una historia bellísima de un chico parapléjico que, acostumbrado a su silla de ruedas, supera las barreras emocionales que esta suele provocar en las personas que de la noche a la mañana ven como sus capacidades merman. 
En esta obra, Paula Varga, aborda el prólogo relatando cómo se produce el terrible accidente que lo lleva al estado actual, pero sin caer en el drama fácil para conmover a los lectores. Muy al contrario, se centra en la superación de Leo para conseguir sus metas llegando a lo inevitable, el primer amor. En su vida aparece Eva, que con una gran confianza en sí misma le transmitirá a Leo todas las sensaciones que él cree que no podrá sentir nunca. Y entre clases de Filosofía para él, y de natación para ella nacerá entre ellos un sentimiento fuerte que los unirá. Pero no todo será un camino de rosas y tendrán que superar varios obstáculos... y hasta aquí puedo contar, ya que con una novela tan cortita como esta, no es fácil hablar de ella sin cometer la torpeza de añadir spoiler, por lo que diré que su narrativa es sencilla contada en primera persona por Leo, quien nos hará ver la vida desde su perspectiva. Habrá momentos muy buenos, como otros muy malos, ¿podrán superarlos juntos Eva y Leo? 
Impulsaba las ruedas con fuerza, tenía la esperanza de que Eva estuviera allí, pero al acercarme a la esquina donde la mañana anterior me esperaba, no la vi. No me detuve a mirar hacia su puerta, continué mi camino empujando con más ímpetu aquella silla de ruedas, que si hasta el momento la había aceptado, ahora la odiaba con todas mis fuerzas.

—¡Leo! —Oí cómo alguien gritaba detrás de mí—. Leo, espérame.
Frené en seco y me giré para ver quién era, el corazón me empezó a latir con fuerza, era ella, mi Eva, que corría hasta mí.

Con Coach, aprendimos a sentir me reafirmo, una vez más, en la necesidad de descubrir a escritores noveles, darles esa oportunidad que merecen, pues, sin duda, esta novela pertenece a las que me gusta denominar: tiernas, emotivas y cargadas de sentimientos. 

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